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1034 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1036 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
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1040 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1042 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1044 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1046 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1048 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1050 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1052 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1054 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1056 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1058 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1060 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1062 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1064 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1066 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1068 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1070 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1072 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
1074 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1075
1076 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1077
1078 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1079
1080 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Ecclesiis Orientalibus 1081
1082 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 1083
1084 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 1085
1086 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio de Causis Sanctorum 1087
1088 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Congregatio pro Episcopis 1089
1090 Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale
Acta Francisci Pp. 1041
mana. Las nefastas consecuencias de un irresponsable desgobierno de la
economía mundial, guiado solo por la ambición de lucro y de poder, deben
ser un llamado a una severa reflexión sobre el hombre: « El hombre no es
solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a
sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza ».3 La creación
se ve perjudicada « donde nosotros mismos somos las últimas instancias
[...] El derroche de la creación comienza donde no reconocemos ya ningu-
na instancia por encima de nosotros, sino que solo nos vemos a nosotros
mismos ».4 Por eso, la defensa del ambiente y la lucha contra la exclusión
exigen el reconocimiento de una ley moral inscrita en la propia naturaleza
humana, que comprende la distinción natural entre hombre y mujer,5 y el
absoluto respeto de la vida en todas sus etapas y dimensiones.6
Sin el reconocimiento de unos límites éticos naturales insalvables y sin
la actuación inmediata de aquellos pilares del desarrollo humano integral,
el ideal de « salvar las futuras generaciones del flagelo de la guerra »7 y de
« promover el progreso social y un más elevado nivel de vida en una más
amplia libertad »8 corre el riesgo de convertirse en un espejismo inalcanzable
o, peor aún, en palabras vacías que sirven de excusa para cualquier abuso
y corrupción, o para promover una colonización ideológica a través de la
imposición de modelos y estilos de vida anómalos, extraños a la identidad
de los pueblos y, en último término, irresponsables.
La guerra es la negación de todos los derechos y una dramática agresión
al ambiente. Si se quiere un verdadero desarrollo humano integral para
todos, se debe continuar incansablemente con la tarea de evitar la guerra
entre las naciones y los pueblos.
Para tal fin hay que asegurar el imperio incontestado del derecho y
el infatigable recurso a la negociación, a los buenos oficios y al arbitraje,
como propone la Carta de las Naciones Unidas, verdadera norma jurídica
fundamental. La experiencia de los 70 años de existencia de las Naciones
Unidas, en general, y en particular la experiencia de los primeros 15 años
3 Benedicto XVI, Discurso al Parlamento Federal de Alemania, 22 septiembre 2011; citado en Lau- dato si', 6.
4 Id., Discurso al Clero de la Diócesis de Bolzano-Bressanone, 6 agosto 2008; citado ibíd. 5 Laudato si', 155. 6 Cf. ibíd., 123; 136. 7 Carta de las Naciones Unidas, Preámbulo. 8 Ibíd.