Acta Apostolicae Sedis - Commentarium Officiale324

actitud, como en el caso del escepticismo y el relativismo, produce un cambio

en el corazón, haciéndolos frı́os, vacilantes, distantes de los demás y ence-

rrados en sı́ mismos. Personas que se lavan las manos como el gobernador

romano y dejan correr el agua de la historia sin comprometerse.

Por otra parte, hay otros que interpretan mal esta búsqueda de la verdad,

llevándolos a la irracionalidad y al fanatismo, encerrándose en « su verdad » e

intentando imponerla a los demás. Son como aquellos legalistas obcecados

que, al ver a Jesús golpeado y sangrante, gritan enfurecidos: « ¡Crucifı́calo! ».4

Sin embargo, quien actúa irracionalmente no puede llegar a ser discı́pulo de

Jesús. Fe y razón son necesarias y complementarias en la búsqueda de la

verdad. Dios creó al hombre con una innata vocación a la verdad y para esto

lo dotó de razón. No es ciertamente la irracionalidad, sino el afán de verdad,

lo que promueve la fe cristiana. Todo ser humano ha de indagar la verdad y

optar por ella cuando la encuentra, aun a riesgo de afrontar sacrificios.

Además, la verdad sobre el hombre es un presupuesto ineludible para

alcanzar la libertad, pues en ella descubrimos los fundamentos de una ética

con la que todos pueden confrontarse, y que contiene formulaciones claras y

precisas sobre la vida y la muerte, los deberes y los derechos, el matrimonio,

la familia y la sociedad, en definitiva, sobre la dignidad inviolable del ser

humano. Este patrimonio ético es lo que puede acercar a todas las culturas,

pueblos y religiones, las autoridades y los ciudadanos, y a los ciudadanos

entre sı́, a los creyentes en Cristo con quienes no creen en él.

El cristianismo, al resaltar los valores que sustentan la ética, no impone,

sino que propone la invitación de Cristo a conocer la verdad que hace libres.

El creyente está llamado a ofrecerla a sus contemporáneos, como lo hizo el

Señor, incluso ante el sombrı́o presagio del rechazo y de la cruz. El encuentro

personal con quien es la verdad en persona nos impulsa a compartir este

tesoro con los demás, especialmente con el testimonio.

Queridos amigos, no vacilen en seguir a Jesucristo. En él hallamos la

verdad sobre Dios y sobre el hombre. Él nos ayuda a derrotar nuestros

egoı́smos, a salir de nuestras ambiciones y a vencer lo que nos oprime. El

que obra el mal, el que comete pecado, es esclavo del pecado y nunca alcan-

zará la libertad.5 Sólo renunciando al odio y a nuestro corazón duro y ciego

seremos libres, y una vida nueva brotará en nosotros.

4 Cfr Jn 19, 6. 5 Cfr Jn 8, 34.